Hay un instante preciso en la existencia de cada ser humano, en el cual, como pieza del inmenso rompecabezas universal, está habilitado a hacer conscientes las verdades, preceptos y saberes que le permitan acceder a una vida humana saludable, plena y feliz. Del mismo modo en que la madurez de la crisálida, transforma a la oruga en mariposa, la sabiduría del hombre, lo transforma en un ser más consciente y elevado.
Es éste el instante en el que, como versa el Kybalión, “Cuando los oídos del ser están listos para oír, entonces vienen los labios, a llenarlos de sabiduría”.
Tomar conciencia de cómo funciona nuestra biología y de cómo nuestras emociones y pensamientos (psique) son parte de ella, es a mi criterio, introducirse en el mundo del autoconocimiento y de la comprensión de las leyes que regulan el Todo Universal al que pertenecemos, y del que, por el mero hecho de pertenecer, somos parte.
Al ser parte de esta realidad substancial y subyacente que llamamos Todo, contenemos en nuestro ser, un patrón intacto de su esencia, por ende, nuestra existencia, está regulada por las mismas leyes y dinámicas que rigen a ese Todo o a ese universo del que participamos.
Las gotas de agua de un río, son parte de esa corriente que se mueve y fluye, la corriente, a su vez, imprime su flujo en cada gota de agua, es decir, el río es parte de esas gotas, que también están conectadas entre sí, obedeciendo en su curso vital, a las leyes naturales de una corriente de agua.
En respuesta a estas leyes naturales del río, cada una de estas gotas necesita adaptarse a la corriente, pero a su vez, sin la participación de cada gota de agua, el río no podría modificar su cauce, formando meandros, cascadas y morfologías diversas de lado a lado, para acomodarse al terreno por el que le toca transitar. Así vemos cómo la naturaleza, desde cada una de sus moléculas y el Todo, son dos participantes activos, en ese juego de transformar y de ser transformados al mismo tiempo.
¡Somos las gotas del río; pero no sólo eso; somos el río!................. (Mónica Heiligmann)
“El Todo, es mente. El Universo es mental” (El Kybalión).
El Todo, esa realidad substancial que subyace a toda la existencia aparente material / energética / vital con sus fenómenos, es mental. Existe un espíritu incogniscible e indefinible, una mente universal infinita y
viviente, de la que somos parte.
Entonces, somos mente de esa mente y si somos una manifestación de ella, con su mismo patrón,
desde éste, podemos crear y manifestar la realidad en nuestro entorno.
Adagios populares tales como: “Si lo crees, lo creas”; “Lo que está en la mente, se hace aparente”,
aluden consciente o inconscientemente al poder universal de esta ley y a la capacidad creadora del
pensamiento, puesto que para que algo se haga realidad, debe ser creado antes en el pensamiento.
Esta ley, aplicada a la vida cotidiana, nos hace responsables de nuestras experiencias, puesto que
tenemos la capacidad para crear nuestra realidad. El pensamiento es siempre, una infinita y abundante
posibilidad de manifestar.
Aún desconociendo en el pasado esta ley universal, he podido comprobar cómo nuestras creencias y
convicciones, impactan indefectiblemente en los eventos de nuestra existencia: Tal es el caso de mi esposo quien desde niño, viviendo en Argentina y sintiéndose atraído por los ambientes citadinos, puentes, carreteras y suburbios de las ciudades de estados Unidos, a través de las películas de Hollywood, decía que ese, era su lugar en el mundo. No es extraño que más tarde, haya logrado desarrollar su vida en ese país.
Todo, está en la mente: lo que sabemos que sabemos, lo que nosabemos que sabemos y en nuestra mente inconsciente, lo que no sabemos, que no sabemos. En este lugar de nuestra mente inconsciente, es donde buscaremos información desde la biodesprogramación. Trataremos de encontrar esas interpretaciones de la realidad, esos juicios que terminan estableciendo en nuestro inconsciente, creencias limitantes, para transmutarlas y sanar. En otras palabras: nuestra mente inconsciente, alberga creencias que se programaron o establecieron en algún/os eventos de nuestra vida o de la vida de nuestros ancestros, que desconocemos que están allí. Esos programas inconscientes, constituyen detonantes de nuestra realidad (salud / bienestar; logros o la ausencia de ellos).
“Como es arriba, (en el plano de la mente) es abajo, en el plano de manifestación de la realidad"
También podemos expresar esta ley diciendo que: “Como es adentro, en mi interior, es afuera, lo que
veo y experimento en el mundo inmediato exterior".
A cada pensamiento, emoción, sentimiento e interpretación, le corresponde un holograma,
un campo magnético de atracción de la realidad, que confirma ese pensamiento o esa creencia, por
ende, cambiando nuestra interpretación o creencia podemos cambiar la realidad circundante.
Cuando observamos conscientemente lo que sucede en el plano material, podemos entender lo que sucede en el plano mental y espiritual; qué creencias o hábitos de pensamiento sustentan esos hechos.
Desde esta premisa, partiendo de un síntoma físico o evento repetitivo desagradable, podemos indagar lo que está sucediendo en nuestro interior. Si mi entorno no me resulta agradable o se manifiesta a través de personas enojadas; tristes; frustradas; es necesario mirar hacia dentro de nosotros mismos, puesto que esto, muy probablemente, nos está reflejando o espejando un estado propio del ser, o una herida a ser sanada. Si por el contrario estás rodeado de seres alegres; afables; realizados; será una muestra de que llevas una vida interior plena y gozosa.
Reparar en los eventos externos de nuestra vida de manera consciente, nos ayudará a indagar en el plano mental y a descubrir que somos absolutos responsables de lo que nos sucede. Mirar hacia nuestro interior sin juicio ni culpabilidad, con la expresa voluntad de cambiar nuestro enfoque y nuestra vibración, constituye un gran paso en nuestra sanación y felicidad.
“Nada descansa; todo se mueve; todo vibra” (El Kybalión).
El movimiento o vibración, están presentes en todas las cosas del universo.
Nada está en reposo, todo vibra y gira, concepto que la ciencia moderna ha confirmado, diciendo que ”el mundo físico es a la vez, materia y vibración”: todas las partículas de la materia, de las que estamos constituidos, en ellas sus moléculas con sus átomos, los protones, y neutrones en el núcleo del átomo y los electrones moviéndose alrededor del núcleo, están constantemente activos y son fuente de una vibración pero además, las diferencias entre las manifestaciones del poder universal, se deben al grado y al modo variado de estas vibraciones.
De acuerdo con este conocimiento, nuestros pensamientos y emociones, también son el resultado de una forma y grado de vibración. Así, hay emociones muy sutiles y de muy alta frecuencia, como el amor incondicional; la empatía; la alegría; el entusiasmo…y emociones como el odio; el desprecio; el miedo, que se ubican en niveles de vibración inferiores y son más densas. En este sentido, las polaridades de una misma cosa, dependerán también de su grado de vibración.
Si comprendemos este principio, podemos comprender que cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones, tienen un poder creador, una carga vibratoria, que permite materializar cualquier evento positivo o negativo en nuestra vida.
En nuestro camino consciente hacia el conocimiento del "Yo Soy", podemos sacarle provecho a esta ley, sabiendo que la vibración de nuestras emociones y pensamientos pueden modificar nuestra existencia y nuestra biología, creando eventos favorables y sanando enfermedades.
“Todo es dual; todo tiene dos polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y desemejante son lo
mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado: los extremos se encuentran;
todas las verdades, no son sino medias verdades, todas las paradojas pueden ser reconciliadas". (El
Kybalión).
Todas las cosas manifiestas en el universo, tienen una dualidad, dos polos o dos aspectos. Esta diferencia o dualidad, aparentemente diametral, son dos aspectos de la misma cosa, pero con diferencia de grados. La reconciliación de opuestos, se efectúa por el reconocimiento de este principio. Por ejemplo, la luz y la oscuridad, son dos aspectos de la luz, siendo uno, presencia y otro, ausencia de ésta y a su vez, es difícil precisar dónde termina la luz y comienza la oscuridad y viceversa. (Los extremos se encuentran). Lo mismo ocurre con día y noche, frío y calor; duro y blando; alto y bajo; y así encontraremos ejemplos en la naturaleza real de cualquier cosa. Todos estos aspectos ejemplificados, no sólo son duales, sino también complementarios, pues no puede existir el uno sin el otro.
Así, materia y espíritu, son dos polos de la misma cosa, siendo los planos intermedios, distintos grados de vibración, distintos grados de manifestación mental. De este modo, las polaridades involucran, a la ley del mentalismo; a la ley de correspondencia y a la ley de vibración, puesto que a cada grado en la escala de esa polaridad de una misma cosa, le corresponde un nivel de vibración más alta o más baja, por ende, una actitud mental más o menos elevada, que determinará un plano de manifestación especifico.
Cambiando el grado de vibración mediante el uso de nuestra voluntad y recursos, podemos, no sólo neutralizar polaridades en nuestras propias emociones, sino también, aquellas que por reflejo o espejo, se proyectan en nuestra realidad.
La ley del ritmo se expresa en todo el universo. Hay un movimiento medido hacia delante y hacia atrás; un flujo y un influjo; una oscilación; un movimiento pendular, algo parecido a las mareas con sus crecidas y sus menguas entre los dos polos manifiestos, sobre el plano físico, mental y espiritual.
Esta ley está estrechamente relacionada con la ley de polaridad, pues el ritmo se manifiesta entre estos dos polos establecidos por el principio de polaridad. No obstante, esto no significa que el péndulo oscile hasta los extremos, porque esto rara vez sucede, pero la oscilación es primero hacia un polo y luego hacia el otro.
Este ritmo pendular se puede observar en fenómenos físicos como las mareas del océano; las
estaciones del año; etc., pero este principio se extiende también a las actividades mentales del hombre, por ende la ley del ritmo también incide en el crecimiento y caída de grandes civilizaciones, en nuestro progreso personal, nuestros retrocesos y en cómo nuestras emociones cambian de positivas a negativas y viceversa.
Los hermetistas descubrieron que aunque la ley del péndulo es invariable y siempre presente en los fenómenos mentales, tiene dos planos de manifestación: el de la conciencia inferior o inconsciente y el de la conciencia superior o consciente.
Este conocimiento les permitió aprender a neutralizar este movimiento pendular, transmutando de un plano a otro de la conciencia. Este ejercicio voluntario de elevarse al plano superior o consciente, permite escapar al péndulo rítmico que se manifiesta en el plano inferior o inconsciente. Poseer esta sabiduría, le permite al ser humano, polarizarse a sí mismo en el polo requerido y negándose voluntariamente a participar de la oscilación retrógrada, se mantiene firme en su posición polarizada y permite al péndulo mental, oscilar hacia atrás en el plano inconsciente.
De esta reflexión, se desprende como en el resto de las leyes, la responsabilidad que tenemos en
relación, con nuestro proceso de auto indagación; el análisis y la toma de conciencia, previas a las
decisiones en nuestra vida, que nos permitirá neutralizar los efectos del movimiento del péndulo.
“Toda causa , tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la ley; la casualidad no es, sino un nombre para la ley no reconocida; hay muchos planos de causación, pero nada se escapa a la ley.”(El Kybalión).
La ley de la causa y el efecto, expresa que nada sucede por casualidad, que la casualidad es un término, que indica una causa existente, no percibida o no reconocida. Los fenómenos de la causa y el efecto, son continuos, sin ruptura ni excepción. Esta ley compenetra todo el universo.
El principio de causa y efecto es, además, la base de todo pensamiento científico antiguo y moderno y fue enunciado por los hermetistas, muy tempranamente.
La “casualidad”, como muchos la piensan, no existe; es sólo imaginaria, pues cómo podríamos imaginar que existe la lluvia, sin una evaporación previa y sin una condensación consecuente del vapor de agua que contrae las moléculas, las hace más pesadas que el aire y por la gravedad, tienden a caer. Esta ley está presente en principios de la física tales como el principio de acción y reacción; el principio de Arquímedes y muchos otros, que demuestran los efectos que producen ciertas acciones en la materia.
Así como las leyes de la materia tienen un orden causal, como parte del Todo, ese patrón, es la muestra de que el Todo, está impregnado por esta ley de la causa y el efecto. Sin causas, el Universo y sus manifestaciones serían caóticos y sabemos que las leyes de la materia, demostradas por la ciencia, no son casuales, sino causales. La casualidad, sería entonces, algo fuera de las leyes del Todo. La causalidad, estaría entonces presente, en todos los planos del Universo. La mente del Todo, es causal.
Por otro lado, la existencia de causas y efectos encadenados, en los eventos mentales y emocionales, explican de alguna manera, la influencia de la vida de nuestros ancestros, en la vida propia. La ley de causa y efecto en la vida humana, viene desplegándose a partir de sus ancestros, puesto que estas vibraciones mentales y emocionales causales tienen efectos de modificación manifiesta en nuestro ADN.
Muchas de nuestras realidades, tienen su origen en las vidas de los integrantes de nuestro árbol genealógico y somos la causa de muchas de las manifestaciones en la vida de nuestras futuras generaciones. Por eso, cuando hablamos de biodesprogramación decimos que: “Sanando nosotros, sanamos el árbol transgeneracional”. (El Todo mental, presente en mí y en mis generaciones pasadas y futuras).
Somos la causa de todo lo que nos sucede en la vida, del grado de polaridad de los eventos, como correspondencia de la forma en que vibramos. Todos nuestros vínculos; relaciones familiares; sociales; laborales; nivel de salud, van a obedecer a esas causalidades que constituirán nuestro modo de vibrar y producirán un efecto deseado o no, dependiendo de, si estamos vibrando en polaridad.
La sabiduría hermética aplicada a esta ley, cobra sentido, cuando nos sentimos la causa y no, el efecto.
No soy la víctima de mi realidad o de mi enfermedad, sino su causante, por las creencias que decido sostener. Siempre puedo, bajo circunstancias adversas, modificar esa adversidad y convertirme en la causa de mi salud y de mi éxito.
“El género está en todo; todo tiene sus principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos”. (El Kybalión).
El género se manifiesta en todo; los principios masculino y femenino, están siempre presentes y activos en todas las fases de los fenómenos, en todos y cada uno de los planos físico, mental y espiritual. La palabra género, proviene del latín engendrar; procrear; generar; producir. Cabe considerar que la palabra género tiene un significado mucho más amplio que la palabra sexo, pues esta última se refiere a las distinciones físicas macho y hembra. El sexo es una manifestación del género, en un cierto aspecto, del gran plano físico.
La ley del género obra siempre como un principio creador, en el sentido de generar, regenerar y crear.
Cada ser contiene en sí mismo los dos elementos de este principio.
Hay una clara manifestación de la ley del género, entre los corpúsculos, iones o electrones que conforman el átomo, como unidad de materia. La ciencia moderna ha descubierto que el átomo, se forma por el amontonamiento de corpúsculos negativos, (electrones) alrededor de uno positivo (protones en el núcleo) y aparentemente estos corpúsculos positivos, tienen influencia sobre los negativos, haciendo que los negativos asuman ciertas combinaciones que “crean” o “generan” un átomo. Siempre tiene que haber un emisor y un receptor, para que la existencia se manifieste como tal.
Las enseñanzas ancestrales o herméticas, estarían en la misma línea de la ciencia, puesto que han identificado al polo negativo de la materia, como femenino, generador, creador y al polo positivo, como masculino, directriz de esa creación. El hermetismo, habla más bien de energía femenina y masculina, en lugar de negativo y positivo, por el carácter peyorativo que a veces asume la palabra negativo, aunque en electricidad, del polo negativo o cátodo, que en griego significa “descendencia”, sendero de generación, emergen estos rayos (catódicos) como la madre de los fenómenos eléctricos, pero que no existirían sin su conexión con el ánodo o género masculino de la electricidad.
Así como se manifiesta en el plano físico o de la materia, la energía masculina y femenina, están presentes en todos los planos o realidades del Todo y por ende en los fenómenos mentales. La aplicación de la ley del género en el plano mental, derivó en el pensamiento dual de la psicología moderna: la mente consciente y la mente inconsciente.
El principio masculino de la mente, corresponde a la llamada mente objetiva, consciente, voluntaria, activa y el principio femenino a la mente subjetiva, inconsciente, involuntaria y pasiva.
El hermetismo, en relación con el género mental, expresa que, la conciencia, nos da primero un dictamen de nuestro ser: “Yo soy”, pero este “Yo soy”, puede ser separado, fragmentado en dos partes distintas, mientras trabajan al unísono y en conjunción, es decir, pueden ser separados en la conciencia, como un “Yo” y un “mí”, los cuales son diferentes en su característica y naturaleza.
El “mi”, es una matriz mental que produce pensamientos; ideas; emociones; sentimientos y otros estados mentales. El mí, tiene un poder enorme de generación y energía creativa, pero hay algo mental que es capaz de querer que el “mí”, actúe, querer que la creación mental comience y proceda. Ese es el Yo, que es la conciencia que dirige la creación del “mí”.
El “Yo” y el “Mí”, son la mente masculina y femenina, respectivamente y resultan complementarias. Así, el principio de correspondencia, opera en este plano, del mismo modo que lo hace sobre el gran plano, en el que se lleva a cabo, la creación del universo: “como es arriba, es abajo, como es abajo, es arriba”.
También la ley del género mental, da la verdad a toda el área subyacente de los fenómenos mentales.
Las personas que pueden dar una atención y pensamiento continuados a un asunto, emplean activamente ambos aspectos del género mental: el creativo, femenino y el direccional voluntario masculino, neutralizando la polarización hacia las puras emociones.
La ley del género, puede ser advertida en todas las cosas a nuestro alrededor, cada día.
Las personas magnéticas, son aquellas capaces de usar el principio masculino, de modo de impresionar sus ideas sobre otras. Este fenómeno se llama: Sugestión. El maestro que es capaz de motivar al alumno; el buen vendedor que logra crear una necesidad que el cliente no tenía, etc., son ejemplos de ello.
La ley del género, en biodesprogramación, nos ayudará a buscar información, en tanto y en cuanto tengamos en cuenta que la salud implica un balance o equilibrio entre ambos géneros. Podremos encontrar personas en las que veamos polaridades masculinas y /o femeninas. Ejemplo: una mujer autoritaria, tendrá un programa masculino y probablemente sea así, por una carencia de padre y la necesidad de aprender a ”defenderse sola en la vida”. Siempre encontraremos información en los excesos. La ley de género, también nos ayudará a través de los órganos, que son masculinos o femeninos, para saber en qué programa está esa persona. Ejemplo: El tabique nasal (masculino). La garganta (femenino).
También el comportamiento de la persona, nos ayudará a descubrir en qué programa de género está y nos dará una pista acerca de a qué órgano puede bajarle el estrés. Ejemplo: si la persona escucha o habla más de lo que escucha; si trabaja o no; si se aceleran o tranquilizan…
Como el resto de las leyes, la ley de género es una inmensa herramienta en las manos de quien la
descubre, que lo pone en situación de cocreador voluntario y responsable.
Por Mónica Heiligmann